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Judy Bass-Elliott

Paciente de la Dra. Carol Stewart-Francisco de WellMed at Longwood en Longwood, Florida

Picture of Judy Bass-Elliott

“Estoy verdaderamente encantada con la Dra. Carol Stewart-Francisco. Hasta me llamaba por la noche para ver si yo estaba bien".

Judy Bass-Elliott, de 80 años, cuenta haber crecido como una gitana, mudándose con su familia dondequiera que su padre encontrara trabajo en la construcción. La familia se instaló en Orlando, Florida, donde sigue viviendo en la casa que ayudó a construir con su padre hace más de 60 años.

Se casó, tuvo dos hijos y ahora está orgullosa de tener siete nietos y cuatro bisnietos. Sin embargo, su vida ha sido todo menos normal. Ha construido su vida sobre los sólidos cimientos de su fe en Dios. Se divierte con sus dotes de ventrílocua y sus 13 “personajes” singulares. Toca el piano, la guitarra, la armónica y el arpa de boca.

Todas las facetas de la vida de Judy han sido dinámicas, incluso una época hace algunos años en la que combatió el cáncer de seno. Hoy en día agradece poder compartir su tiempo con sus nietos y bisnietos.

Judy le reconoce a la Dra. Carol Stewart-Francisco, doctora de atención primaria de WellMed at Longwood, el mérito de haberse ocupado de que recibiera los cuidados y el tratamiento que necesitaba después de que una mamografía rutinaria detectara que tenía cáncer de seno.

“El cáncer de la Sra. Bass-Elliott era maligno e invasivo”, dijo la Dra. Stewart. “Me mantuve en estrecho contacto con oncología para poder hacer un seguimiento de su evolución y contestar cualquier pregunta que pudiera hacerme”.

Judy no tiene palabras para describir a la Dra. Stewart. “Es tan inteligente y tan dulce. Ella dice que soy su amiga”, afirma Judy. “Me consiente y quiere mantenerme sana. No descuida nada; es tan meticulosa y tan cuidadosa”.

“La doctora me mandó hacer una mamografía y esa tarde me llamó para darme información sobre oncología y un cirujano. Estoy verdaderamente encantada con ella. Hasta me llamaba por la noche para ver si yo estaba bien”.

Judy también alaba al personal de la clínica.

“Dios mío, el personal de la oficina es tan cariñoso conmigo. Siempre que tengo algún problema, me lo solucionan. Además, me llaman al menos una vez al mes para ver cómo estoy”.

Los sentimientos son mutuos. Cuando se celebran eventos en la clínica, Judy agasaja al personal y a los invitados con historias de su banda de gospel, su espectáculo de ventriloquía y su programa de radio, su trabajo como techadora certificada y su talento para hacer animales con globos.

Judy vive sola, pero está rodeada de familiares y amigos. “Tengo unos vecinos maravillosos que están pendientes de mí. Me llaman para ver dónde estoy”, comentó. Sus hijos y nietos también la visitan con frecuencia.

Judy también habla con cariño de los perros de sus vecinos que la saludan cada mañana cuando sale a sentarse en el columpio de su terraza, la que construyó con su padre hace unos 55 años, mientras techaba casas y aprendía ventriloquía.

“He hecho mucho en mi vida y estoy agradecida”, dice Judy. Mucho de verdad.