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12 de julio de 2021

De la: Dra. Robin M. Eickhoff

Este blog apareció por primera vez en San Antonio Medicine en mayo de 2021

Toda mi vida he luchado con el peso. Mi mamá dice que me puso el nombre de un pájaro porque siempre tenía la boca abierta para comer. Esto me hace sonreír porque sé que tiene mucho de cierto. Me encanta la comida. Me encanta pensar en la comida, leer acerca de la comida, cocinarla y, por supuesto, comérmela. Lo malo es la falsa idea de tener que decidir entre tener sobrepeso o disfrutar de mi vida como yo quiero, porque no hay términos medios. Esta es la batalla que muchos libran todos los días: “Es todo o nada”.

Como ocurre con la mayoría de las cosas en la vida, cuando intentamos ser perfectos e inevitablemente fallamos, nos damos por vencidos. La alimentación y la nutrición saludables no son una cuestión de todo o nada. Debemos darles a nuestros pacientes y a nosotros mismos el regalo de la imperfección.

El tema de la alimentación saludable tiene dos componentes: el metabólico (la nutrición) y el del comportamiento (la dieta). Entre los dos componentes hay un sinfín de variables que pueden o no ser influenciados por nuestra intervención. Hablaré de cada uno de ellos, de cómo la patología puede influir en ellos, y un poco sobre los trastornos de la alimentación, y luego daré algunas sugerencias para nuestra intervención en el entorno de oficina que creo que mejora los resultados de los pacientes.

La nutrición, es decir, el componente metabólico requiere que los macronutrientes y los micronutrientes estén en equilibrio para lograr y mantener la buena salud. Los macronutrientes son los carbohidratos, las proteínas y las grasas. Los micronutrientes generalmente se refieren a las vitaminas y los minerales que se incluyen en una dieta balanceada. La influencia de los medios de comunicación ha hecho que muchos crean que los carbohidratos son malos, las proteínas son buenas y las grasas, “depende”. En realidad, necesitamos las tres cosas para tener un funcionamiento metabólico normal, o de lo contrario se producen enfermedades. Las enfermedades crónicas, especialmente en las fases más avanzadas, pueden ocasionar deficiencias y nutrición inadecuada, aunque a veces es el tratamiento de esas enfermedades el causante de los trastornos de la nutrición. Los medicamentos pueden causar pérdida de peso y desnutrición, como la quimioterapia, o aumento de peso y sobrealimentación, como los antipsicóticos y la insulina. Cuando la desnutrición está asociada a la enfermedad, rara vez por voluntad propia, los pacientes se esfuerzan por corregir las deficiencias en la medida de sus posibilidades. Cuando un paciente sufre de desnutrición, prefiero decirles que coman lo que prefieran hasta que su nutrición haya mejorado. El éxito depende de la causa, ya que las enfermedades en fase terminal tienen más probabilidades de ocasionar el estado catabólico de la caquexia, que rara vez mejora.

La pérdida de peso intencional que da lugar a la desnutrición por lo general se debe a un trastorno alimentario, y es mucho más difícil de tratar. Los trastornos alimentarios son trastornos de la salud mental definidos por el Manual de Diagnóstico y Estadística de Trastornos Mentales (DSM 5 por sus siglas en inglés) como: “caracterizados por una perturbación persistente de la alimentación o del comportamiento relacionado con la alimentación que ocasiona alteraciones en el consumo o la absorción de alimentos, y que altera la salud física o el funcionamiento psicosocial”.

Estos corresponden más al componente del comportamiento o la dieta, pero pueden pasarse al componente metabólico afectando el estado nutricional cuando no responde al tratamiento. Los trastornos alimentarios más comunes vistos durante la atención primaria son la anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa y el trastorno de sobreingesta compulsiva, y estos tienden a tener una mayor prevalencia en los países industrializados y con mayores ingresos. El riesgo de desarrollar anorexia o bulimia tiende a presentarse más en culturas que parecen valorar la delgadez, y como es de esperarse, el riesgo es mayor en las ocupaciones que se centran en la esbeltez como algo saludable, como el modelaje o el atletismo de élite. Bien merece su propio artículo entrar en detalles sobre cada uno de estos trastornos alimentarios y, con suerte, los abordaremos en una próxima edición.

La mayoría de los pacientes con los que nos encontramos no tienen un trastorno alimentario, sino que luchan contra el sobrepeso o la obesidad. Esto con frecuencia viene acompañado de un sentido de vergüenza y fracaso personal. Queremos ayudar a los pacientes a vencer esos obstáculos dándoles los conocimientos y las herramientas sobre la nutrición y la alimentación saludables, ¿pero, cómo? Existen pautas nutricionales recomendadas, pero también debemos individualizar o personalizar lo que puede funcionar para cada persona. Como lo mencionamos anteriormente, existen muchos planes de alimentación, pero no hay un plan único que sirva para todos. Pero, cualquiera que sea la recomendación, debe ser sustentable.

La ciencia de la nutrición cambia a medida que surgen nuevos datos y estudios, pero los beneficios de los alimentos de calidad, integrales y naturales, no. Necesitamos carbohidratos, pero el helado y el brócoli no son iguales. Las grasas son necesarias para vivir, pero las grasas no saturadas son las mejores. Las proteínas completas son necesarias. La típica dieta estadounidense diaria contiene más proteínas de las necesarias, pero las proteínas pueden obtenerse de muchas fuentes sorprendentes. Por ejemplo, los champiñones, tienen la misma cantidad de proteínas por gramo que los carbohidratos. Recientemente, el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés) publicó las Pautas Alimentarias para Estadounidenses (Dietary Guidelines for Americans) con algunas críticas en torno a las cantidades de proteínas, pero en general, las recomendaciones parecen ser razonables. Las pautas se centran en la ingesta de alimentos ricos en nutrientes y de alto valor y cantidades mínimas de azúcar y alimentos procesados, a la vez que reconocen la necesidad del consumo moderado y la personalización. Hasta el 15% de las calorías diarias pueden incluir grasas saturadas y/o alimentos y bebidas ricos en azúcar. Con esta tolerancia es más probable que tengan éxito a largo plazo los cambios en la dieta y una mejor nutrición.

Además de probar todas las dietas anteriores, he probado la dieta Green Smoothie, la de Weight Watchers®, las comidas preparadas como Jenny Craig®, Atkins®, South Beach®, y mi último recurso y el más exitoso… contar los macronutrientes diarios. Esto me funcionó porque tenía opciones y, lo más importante, un preparador responsable a quien tenía que reportarle cada semana mis éxitos y mis obstáculos. Nunca me sentí avergonzada ni me hizo sentir inepta, solamente me preguntaba por qué motivos había tomado una mala decisión y cómo podría evitar que volviera a suceder. En otras palabras, me dio permiso de ser menos que perfecta. Mi mejor esfuerzo era suficiente.

Si queremos asegurarnos de que nuestros pacientes tengan éxito, tenemos que hacerlos responsables de sí mismos. Esto puede ser difícil al estar trabajando en una clínica con mucha actividad, organizando horarios y a la vez mantener al día la documentación y la facturación. La rendición de cuentas puede adoptar múltiples formas, sin embargo, pueden ser el peso y las mediciones semanales con un asistente médico (MA) o incluso una simple llamada telefónica del personal para obtener los valores de las mediciones en casa y repasar los éxitos y obstáculos de la semana. Los pacientes, igual que nosotros, quieren tener éxito. La información es importante, pero como yo lo estoy descubriendo en mi propia vida, asumir mi responsabilidad es lo que me motiva a cambiar. Una vez que se ve el avance, la motivación suele ser interna, pero asumir la propia responsabilidad, sumada al apoyo, puede ser un factor crucial para impulsar el éxito. Con el paso del tiempo, rendir cuentas se requiere menos porque se desarrolla la responsabilidad personal. La forma de demostrar esa responsabilidad dependerá de nosotros y de nuestros pacientes.

Una dieta saludable abarca el componente metabólico, o nutricional, y el componente conductual, o la dieta. Cuando uno de estos no está en armonía afecta negativamente al otro. Las malas decisiones alimentarias pueden dar lugar a resultados nutricionales indeseables que pueden ocasionar enfermedades o influir en las enfermedades existentes. Las enfermedades, ya sean crónicas o agudas, físicas o mentales, pueden afectar de manera adversa el estado metabólico y requerir cambios alimentarios para minimizar las consecuencias negativas. Tomar esto en cuenta al aconsejar o tratar a los pacientes, además de poner énfasis en las preferencias personales, la moderación de los alimentos menos nutritivos y brindar apoyo al hacerles asumir su responsabilidad, puede ayudar a los pacientes a lograr el éxito. Al ayudar a los pacientes con un plan de alimentación orientado a un cambio permanente, lo más importante es darles permiso de no ser perfectos. Y de paso, apliquen esto a sí mismos, independientemente del cambio que quieran hacer en su propia vida, ya sea en la dieta o en cualquier otra cosa. Al fin y al cabo, todos somos humanos.

(Para obtener recursos más detallados sobre las Pautas Alimentarias para Estadounidenses, incluidas las infográficas, visite dietaryguidelines.gov/resources (solo en inglés) o información adicional o resumida en https://health.gov/sites/default/files/2019-10/DGA_Recommendations-At-A-Glance-SP.pdf.)

La Dra. Robin M. Eikhoff es directora médica principal de WellMed. La Dra. Eickhoff obtuvo su título de médico de Tulane University en Nueva Orleans, Louisiana y cumplió la residencia de Medicina Familiar en John Peter Smith Hospital en Fort Worth, Texas. Además, la doctora prestó servicio como cirujana de vuelo en la Fuerza Aérea de los Estados Unidos durante tres años y medio en Dyess Air Force Base en Abilene, Texas.

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