Angelique Pérez, Terry Robinson y Lorrie Irvinbeshirs
En Emory, Texas, un pequeño pueblo rural ubicado 65 millas al este de Dallas, el Sr. Terry Robinson libraba una batalla. Su casa estaba tranquila y oscura, sin muebles ni refrigerador que funcionara. No tenía comida ni familia cerca y no se sentía bien, pero gracias a dos mujeres solidarias, Lorrie Irvinbeshirs y Angelique Pérez, su historia tomó un giro esperanzador.
Lorrie es trabajadora de salud comunitaria en WellMed. Ha estado ayudando a los pacientes durante tres años, viajando por el norte de Texas para visitar pacientes en zonas rurales. Estos son pacientes que no se pueden localizar por teléfono, por lo que Lorrie realiza revisiones de bienestar.
Lorrie tiene lo que ella llama un “espíritu de servicio”. Le encanta ayudar a los demás, escuchar atentamente y averiguar lo que la gente necesita. Es perfecta para su puesto. “Soy bastante buena para entender a las personas”, afirma. “Y lo que vi en la casa del Sr. Robinson me alarmó un poco”.
Cuando el Sr. Robinson no contestó varias llamadas de una enfermera, llamaron a Lorrie para que fuera a verlo en persona. Cuando Lorrie llegó, la invitó a pasar. Su casa era muy pequeña y oscura, y no había luces encendidas. Era un caluroso día de agosto, y el único aire acondicionado venía de una pequeña unidad en la ventana de la recámara. Sus medicamentos estaban esparcidos por la cama, y él parecía cansado y abrumado.
Lorrie se sentó a platicar con él para conocerlo mejor. Descubrió que no tenía comida en la casa y el refrigerador no funcionaba. Se había descompuesto la semana anterior y estaba usando una hielera para mantener las cosas frías. No se sentía bien para conducir, y alguien le había robado su cartera y sus pastilleros. No sabía si le iban a cortar los servicios públicos.
Lorrie se dio cuenta de que el Sr. Robinson necesitaba ayuda urgente. Inmediatamente lo puso en contacto con una enfermera y luego salió a comprarle comestibles y agua con su propio dinero. Lo puso en contacto con una trabajadora social para que recibiera más apoyo.
“El Sr. Robinson necesitaba mucha ayuda y no sabía cómo pedirla”, dijo Lorrie. “Yo soy los ojos y oídos de las personas cuando enfrentan tantas dificultades y están aisladas. Puedo aliviar un poco la carga; es gratificante tanto para ellos como para mí.
Cuando la trabajadora social Angelique Pérez se unió al esfuerzo, el panorama empezó a parecer aún más prometedor. Angelique ha sido trabajadora social en WellMed durante cuatro años y es famosa por su corazón generoso y su dedicación.
Ella habló con el Sr. Robinson acerca de su situación. Tenía insuficiencia cardíaca congestiva y presión arterial alta. No se sentía bien y necesitaba ayuda con tareas cotidianas, como cocinar, limpiar y bañarse.
Con el Sr. Robinson al teléfono, Angelique hizo una llamada al departamento de Salud y Servicios Humanos de Texas (Texas Health and Human Services) y tuvo la suerte de que le contestaran de inmediato. Ella le ayudó a iniciar la conversación y el proceso de solicitud de servicios domiciliarios.
Lo comunicó a los Servicios de Protección al Adulto para denunciar que le habían robado su cartera y obtener ayuda con su cuenta bancaria. El Sr. Robinson calificó para los servicios y un trabajador de Servicios de Protección al Adulto lo visitó en casa.
Pronto empezaron a mejorar las cosas. Recibió una nueva tarjeta de débito, comida del banco de alimentos y un refrigerador funcional. Calificó para recibir ayuda en casa con las tareas de cocinar, limpiar y bañarse.
El Sr. Robinson ya se había inscrito en Meals on Wheels (comidas a domicilio) y Angelique hizo un seguimiento para asegurarse de que siguiera recibiendo las comidas.
“Estas señoritas me cambiaron la vida por completo”, afirmó el Sr. Robinson. “Hace tiempo que necesitaba ayuda, pero no sabía dónde encontrarla. Era como darme topes contra la pared. La visita de Lorrie y la ayuda de Angelique han sido un alivio, un gran alivio”.
Angelique, cuidadora de sus padres en su vida personal, estaba feliz de ver cómo las cosas se iban arreglando. “No todas las historias terminan tan bien”, comentó. “Pero parecía que esta sí acabaría bien”.
Tanto Lorrie como Angelique creen en el poder del trabajo en equipo. “Es labor de toda una comunidad”, agregó Angelique. “Decimos que se necesita toda una comunidad para criar niños, pero también se aplica al cuidado de pacientes.
“Muchos pacientes no quieren pedir ayuda”, continuó. “Están acostumbrados a ser independientes, pero a veces aceptar ayuda es lo más valiente que pueden hacer”.
El Sr. Robinson sabía que necesitaba ayuda. “Soy un hombre sin hijos ni familia, así que estoy muy contento de que haya ayuda para mí”.
Lorrie y Angelique creen en tratar a la persona en su totalidad, no solo su salud sino su vida. Saben que los pequeños actos de bondad pueden marcar una gran diferencia.
“No soy de las personas que siguen una lista punto por punto”, dijo Lorrie. “Quiero generar un cambio real. Eso es lo que construye la confianza”.
Gracias al trabajo en equipo, el Sr. Robinson ahora está más seguro y tiene cubiertas sus necesidades básicas. Sin embargo, aún está solo. Esto, además, de su salud, lo han llevado a considerar la vida asistida.
Su historia es un recordatorio de que, incluso en los momentos más difíciles, hay personas que se preocupan. Gracias a su compasión y acción rápida, el camino del Sr. Robinson hacia la esperanza empezó con una simple visita y un gran corazón.
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